No tienes nada y por lo mismo
te sientas en la acera, plenamente
impecable, con la camisa sucia,
te das una siestecita, sonríes
satisfecho, agarras de la mano a la VIDA
y ya no piensas más.
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Te dan dos patadas en el culo
te dicen —muchas gracias
por todos sus servicios o vicios
y a volar; no lo necesitamos más—
Te encuentras en la calle
sin un solo centavo, sin tan solo
un petate donde caer muerto,
ni madre, ni perro que te ladre
ni dulce mujer que te consuele
y mejor si te diera de comer
y cama
y cuerpo y te llenara de placer.
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Disfunciones, de Roberto Monzón
Y las palabras callaron
cuando fueron exigidas
que hablaran todo
que lo gritaran
todo a voz en cuello;
y los tentáculos del labio
se hicieron hiedra en el cielo
de la boca desdentada;
dijeron verde sangriento
simbolizaron cadenas
que amordazaron la lengua;
la lengua ya no sirvió
más que para colgar del pecho
como corbata decente.
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Mi hogar, de Roberto Monzón
Mi hogar seguro / mi refugio /
mi puerta interiorizada
mi espacio familiar de tibios
y plácidos sentimientos
rutinas quedas
y temores cotidianos.
Mis cuatro esquinas familiares
mi corredor de encuentros
con otro / extraño / que comparte
el tibio asedio de mi muerte.
La cama / yerta / distendidas
las arrugas de la sábana
me espera siempre con la almohada
prometida de mis sueños...
La mesa de mi pan caliente
la carne de mi plato abierto
el vaso de mi sed hambrienta.
La puerta de salida y esta fuga
que me lleva lejos
fuera del límite de la distancia
más querida
este silencio
compartido en que vivo
arrinconando tiempo
y queridos sentimientos y ecos
de una extraña melancolía.
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ANTES de seguir cerrando puertas
antes de seguir corriendo
para salir / muriendo / o bien
para entrar / semidormido /
en las contadurías de tu tiempo
antes
voy a darme un tiempecito
un mi grato pestañazo
recostado en la pared
oyendo
cómo cae el agua entre la pila
gritandito y callando
en mi vasija umbrosa
esta cuenca recostada en una esquina
gastando tiempo
repensando
antes de salir corriendo...
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El día no es tal día
es relámpago frugal de doce horas.
SIEMPRE es la noche. Se muere
a oscuras en cualquier momento.
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Y desde el pozo feroz, carisangriento
de mi pecho a horcajadas
doblado en la esquina de mi centro
ecuatorial cintura de mi medio
el grito inaugural toca a rebato
de combatientes asperezas, carraspeo
con el tumbo del humo amontonado
en mis paredes sórdidas, mis pulmonares
túneles dentro la espalda; sudo
un pensamiento en frío, una agridulce
sempiterna, sobrehumana congoja.
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La tierra gime sin parir más dioses
los dioses tienen su pedestal tirado
los tronos están llenos de ceniza
y la ceniza manchada de blanco.
La esperanza perdió sus colores
los colores ya no son tornasolados
en su agonía mueren degollados
por el gris plomizo de la muerte.
Roja la memoria del odio
resguarda las causas perdidas
del amor desesperado y ríe
con la risa destemplada del recuerdo.
Autor: Roberto Monzón
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ROBERTO MONZON (1948-1992)
DESPIDO MUTUO
Te dan dos patadas en el culo
te dicen —muchas gracias
por todos sus servicios o vicios
y a volar; no lo necesitamos más—
Te encuentras en la calle
sin un solo centavos, sin tan solo
un petate donde caer muerto,
ni madre, ni perro que te ladre
ni dulce mujer que te consuele
y mejor si te diera de comer
y cama
y cuerpo y te llenara de placer.
NADA.
No tienes nada y por lo mismo
te sientas en la acera, plenamente
impecable, con la camisa sucia,
te das una siestecita, sonríes
satisfecho, agarras de la mano a la VIDA
y ya no piensas más.
RELAMPAGAZO
El día no es tal día
es relámpago frugal de doce horas.
SIEMPRE es la noche. Se muere
a oscuras en cualquier momento.
COBRE OPACO
La sombra de tu voz está cansada:
suena a cobre opaco o roce
de piedras en el pecho;
produce un golpe sordo
que muere sin retorno
en el aire oscuro desta noche.
EMPEZAR CON ATRASO
Primeramente
un sorbo de oxígeno fresco
luego una mirada al contorno
un fría enjuagada en la cara
para lavar el sueño
antes de salir a la batalla diaria.
Y
un dulce desprecio al reloj
que corre apresurando espacios
fraccionando mis atrasos
DIEZ
quincemientras le robaba los segundos al espacio
antes de salir al naufragio del silencio.
MI HOGAR
Mi hogar seguro / mi refugio /
mi puerta interiorizada
mi espacio familiar de tibios
y plácidos sentimientos
rutinas quedas
y temores cotidianos
Mis cuatro esquinas familiares
mi corredor de encuentros
con otro / extraño / que comparte
el tibio asedio de mi muerte.
La cama / yerta / distendidas
las arrugas de la sábana
me espera siempre con la almohada
prometida de mis sueños...
La mesa de mi pan caliente
la carne de mi plato abierto
el vaso de mi sed hambrienta
La puerta de salida y esta fuga
que me lleva lejos
fuera del límite de la distancia
más querida
este silencio
compartido en que vivo
arrinconando tiempo
y queridos sentimientos y ecos
de una extraña melancolía.
DESCANSAR
ANTES de seguir cerrando puertas
antes de seguir corriendo
para salir / muriendo / o bien
para entrar / semidormido /
en las contadurías de tu tiempo
antes
voy a darme un tiempecito
un mi grato pestañazo
recostado en la pared
oyendo
cómo cae el agua entre la pila
gritandito y callando
en mi vasija umbrosa
esta cuenca recostada en una esquina
gastando tiempo
repensando
antes de salir corriendo...
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